lunes, 8 de septiembre de 2008

Quisiera escribir versos de niño

Quisiera escribir versos de niños
Estrofas torpes y mal confeccionadas
Con palabras simples y mal usadas
Con errores graves muchos colores

Quisiera escribir esos versos de infancia
Que olvidé porque no me quedaba otra
Poder volar bajo el agua
O nadar en el espacio exterior

Quisiera escribir letras mal ubicadas
Una “Baca” o un “Vurro”
Comer “RRicas” comidas…
Dormirme con mi “almoada”…

Quisiera poder escribir todo esto y que esté bien
Y que por el intento me apremien
Que mi madre me felicite
Que mi abuela se ría

Quisiera escribir en largas horas una historia
Que solo dure cinco minutos
Que sea de un amanecer tranquilo
De un sol que feliz amanece y saluda

Quisiera escribir historias felices
Como las que escribía cuando era niño
En mi infancia que no quiero olvidar
O tal vez, por fruto del silencio

Quisiera escribir sin objeto
Solamente dejar volar mi mente
Y volar yo con ella tal vez
Y perderme en el infinito
Posted by Picasa

viernes, 5 de septiembre de 2008

Madre

Esta es mi primera poesía, la hice a los 10 años, creo si mal no recuerdo, un 16 de octubre del 2000... prontito se acerca mi cumple... el 29... así que este més, es para ella, la otra responsable de mi vida ... = )


Mi alma sufre la pena

De un alma que desapareció plena

Un brillo esclareciente

Dejó de ser fosforescente

De risas pasaron a llanto,

Cuando dejé de oír tu canto

Madre, ¿Por qué me dejaste

e hiciste que te extrañe

sin dejarme la promesa

de volver a encontrarte?

martes, 2 de septiembre de 2008

Dolor

Encerrados, desesperados. Aturdidos, conmocionados. Nada podrá describir lo que allí pasaba pues el recuerdo de aquel acontecimiento se ha borrado de la memoria de los jóvenes, o por lo menos, eso es lo que aparentan.. Ese recuerdo los tortura día a día, el tormento, el dolor, sentir una vez más cada día todos los golpes, los insultos, aquello que había acabado con sus vidas, tanto odio que se ha concentrado en una sola persona...

Ese secreto que mantuvieron durante dos años tenía que desaparecer. Uno, el más joven, murió. Tenía once años y lo que le sucedió en aquella habitación no pudo soportarlo, era una carga demasiado grande, y lo único que pudo hacer era acabar con el dolor del recuerdo dejando la vida por detrás.

Quedaron tres más, que aún conservan, en un rincón de sus mentes que quieren alejar, toda la experiencia. Saben que hay un video, saben que hay pruebas, pero el temor a que lo sucedido se repita les impide reaccionar para detener cualquier intento futuro de parte de este hombre por repetir su hazaña.

Que fácil fue engañarlos, tan niños, tan inocentes, tan puros... Pero el sufrimiento, las lágrimas de dolor, sentir la piedra golpear sus cuerpos frágiles y luego escucharlos gritar por los golpes, y para terminar tomar a cada uno y forzarlo a denigrarse hasta los más bajos niveles solo para sentirse bien consigo mismo, le permite saber que el temor infundido no los dejaría  hablar luego. Tanto fue lo que lo disfrutó que no pudo parar, siguió durante horas con ese ritual satánico despojándose de su dignidad y usar a esos niños como muñecas de trapo.

 Si volviera a pasar, si volvieran a sentir lo de aquella tarde... Nunca más se recompondrían, pero mantenerlo en secreto los torturaba aún más. Y entre el temor de morir por repetir la experiencia y el temor de enloquecer y suicidarse, la única salida posible es la muerte.

¿Cómo preparar una muerte, sin luego tener cargo de conciencia? ¿Cómo acabar con una corta y deprimente vida sin sentirse más deprimidos y sin llegar al mismo destino que el más joven, que ya había tomado una decisión? ¿Cómo podrían sentir algo de justicia en un mundo que parece haberse olvidado de lo que realmente vale la pena?

Repetir la experiencia fue la única opción...

Buscaron al hombre aquel. Fue fácil seducirlo, luego de la primera vez, haría cualquier cosa para conseguir más. Al verlos llegar sintió temor, creía que podría ser una trampa, que habían conseguido el valor para enfrentarlo...

Lo alejaron de la ciudad y lo llevaron al campo. Lo sedujeron y lo hicieron sentirse como el rey del mundo, le hicieron los trucos que a él le gustaban y después lo llevaron a la habitación. En aquella casa se volvieron a escuchar gritos de dolor, pero esta vez, no eran de niños. Desde la puerta se podía percibir que un crimen se cometía.

Un momento más tarde, silencio. Los chicos de repente salieron corriendo por la puerta.

Ahora en su conciencia sienten que se hizo justicia, pero además queda el recuerdo del dolor y la culpa de que la bala traspasara el corazón de aquel que tanto los odió.